Shùn – El arte de fluir con la transformación

“El sabio se adapta al mundo, no el mundo al sabio.
Él se deja llevar por las cosas y no las obliga.”
— Tao Te Ching, capítulo 66

En tiempos de cambio, es natural querer aferrarse a lo que ya conocemos. Pero si algo nos enseñan tanto el pensamiento oriental como las metodologías ágiles es que el valor no está en resistirse, sino en observar con atención, ajustar el paso y seguir caminando.

Hoy, muchas organizaciones están viviendo una transformación profunda: se han abierto a nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial GENerativa (GenAI), acompañadas por nuevas formas de pensar y trabajar.

Pero aquí viene una pregunta clave: ¿qué estamos transformando exactamente?

No se trata de automatizar el caos

No basta con tomar procesos existentes, digitalizarlos y declarar que se ha transformado el negocio. Si los sistemas están rotos, hacerlos más rápidos solo amplifica sus fallas.

Cuando incorporamos IA sin cuestionar nuestros supuestos, corremos el riesgo de acelerar decisiones mal planteadas, amplificar sesgos o simplemente hacer más eficiente un flujo de trabajo obsoleto.

Transformar digitalmente no es ponerle un motor a una carreta: es repensar por qué estamos transportando lo que transportamos, cómo y para quién

No es todo o nada: se trata de equilibrio

A veces se percibe que la llegada de nuevas herramientas implica un reemplazo directo de personas. Pero si algo nos enseña tanto el Tao como el mindset ágil, es que el equilibrio es fundamental.

La IA no es un fin en sí misma. Es una herramienta. Y una poderosa. Pero sigue necesitando dirección, contexto y especialmente un propósito humano. Lo importante no es quién hace la tarea, sino si esa tarea es la correcta.

Involucrarse con el cambio

Es normal sentir cierta incomodidad ante lo nuevo. Eso nos protege, nos obliga a pensar antes de actuar. Pero también puede inmovilizarnos si dejamos que el desconcierto decida por nosotros.

En momentos de cambio profundo, lo más valioso no es tener todas las respuestas, sino la disposición a participar, aprender y adaptarse. El Tao diría: “no empujes el río, síguelo.

Un nuevo tipo de habilidad: preguntar bien

En este nuevo contexto, ha surgido una habilidad nueva en todos los profesionales y roles en las organizaciones que sabe bien cómo interactuar con la IA, como si fuera un instrumento musical. No basta con saber usar la herramienta: hay que saber escuchar, afinar y crear en junto a ella.

Hoy, más que nunca, se vuelve cierto aquello de que hacer la pregunta correcta es la mitad de la respuesta. Saber formular, explorar, repensar: estas habilidades están en el centro de la relación con la IA generativa.

Dejar de pensar en la perfección inicial

Muchas veces pensamos que un producto o solución debe estar terminada desde el primer día.
Pero el camino ágil nos recuerda que el aprendizaje ocurre mientras se hace. Que las soluciones emergen, se afinan, se enriquecen con el uso.

Y que justamente en eso radica su fortaleza: en poder avanzar rápido, probar, y mejorar continuamente.
Lo importante es moverse. Probar algo. Ver qué resulta. Aprender y ajustar.
Como dice otro pasaje del Tao: “El camino se hace al andar, y se endereza caminando.”

Shùn: otra lección del Tao

shùn qí zì rán
(dejar que la naturaleza siga su curso)

Shùn resume esa idea de seguir el flujo, adaptarse con naturalidad, alinearse con el orden de las cosas sin forzar, sin luchar contra lo que ya está en marcha. Es un concepto profundamente taoísta, emparentado con Wu Wei, pero más centrado en la actitud de alineamiento con el devenir.

Las organizaciones que están en medio de una transformación están en medio de un proceso vivo. No se trata de tener todo resuelto, sino de estar disponibles para crecer con lo que emerge. En este entorno de transformación digital impulsada por GenAI, lo que más vale no es el control, sino la comprensión.

Y como enseñan tanto el Tao como el enfoque ágil:
la verdadera fortaleza está en la flexibilidad, no en la rigidez.

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