El Tao

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Treinta radios se unen en una rueda, más su utilización
depende del espacio vacío en el centro.
Hacen los vasos de arcilla, pero de nada servirían
sin el espacio vacío de su centro.
Paredes, puertas y ventanas conforman una casa, pero cobra vida solamente
gracias al espacio vacío que hay en ésta.

El pensamiento del Tao se remonta hace mas de 2500 años en lo que actualmente es China, cuando Lao Tse escribió el Tao Te Ching.

Desde entonces muchas generaciones al rededor del mundo han intentado entender su mensaje y muchos sabios, luego de ir y venir por muchas religiones y filosofías, han encontrado en el Tao el mensaje de paz y equilibrio que buscaban.

Su orientación hacia la sencillez extrema pero consciente lo convierten en algo verdaderamente universal. Y su carencia de dioses, de ritos y de manuales; la importancia que se le da al concepto de “vaciarte para poder llenarte de lo esencial”; la sugerencia de un modo de vida sin aferrarse a nada y fluyendo como el agua, dándole igual importancia a lo claro y lo oscuro, hacen del Tao un modo de vida justamente contrapuesto con una vida enfocada a las victorias rápidas,  en carrera constante y extenuante hacia los logros requeridos de un ego superinflado como parte de una sociedad demasiado mundana, consumista y acelerada hacia destinos premarcados por prejuicios, checklists predefinidos y dioses del momento.

Más alla de eso, el Tao promueve una vida de contemplación que esté mas alineada con la propia naturaleza humana, donde fallar no solo es natural y permitido, sino que es el paso previo y necesario antes del triunfo, dándole a ambos (fallo y triunfo) el mismo valor, por su enfoque en lo esencial: el aprendizaje, la sabiduría. En una sociedad que, más alla de encontrar en el conocimiento el camino hacia la superación material, ha transformado al conocimiento también en una especie de dios, la diferenciación del Tao entre “conocimiento” y “sabiduría” es genuinamente refrescante en un tiempo donde el ego también suele ser alimentado por la búsqueda insaciable de logros no solo materiales sino también intelectuales.

Finalmente, el concepto de “fluir como el agua” parece volverse también importante en una sociedad cuyos métodos cada vez más automatas y casi mecánicos, desdeñan la propia naturaleza de a quienes pretende servir: nosotros, los seres HUMANOS, sociedad que prefiere encasillarnos, etiquetarnos y darnos un manual genérico de cómo llevar nuestras vidas, so pena de castigo, mala fama y no aceptación en caso de que fallemos.

En este blog iremos conociendo los conceptos del Tao y del Zen (su primo japonés) y de cómo parecen también calzar con las últimas tendencias en la tecnología (mi segunda pasión), la cuál parece estar descubriendo que el camino hacia sus objetivos ya no se encuentra necesariamente en lógicas innegables y casi binarias, ni en metodologías secuenciales y escrictas, sino en procesos más bien perfectibles y evolutivos más cercanos a los humanos, algunos de los cuales inclusive propician el error como valuarte del aprendizaje, y de cómo este acercamiento está produciendo un cambio importante, con resultados más tangibles a los retos y a las preguntas que el ser humano se ha propuesto desde siempre.

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